Leyendo la nota que les presento a continuacion creo conveniente decir que comparto la idea general, pero en si este abuso no es de ninguna manera original o unico. Hemos asistido a lo largo del este tiempo de democracia a actos de autoritarismo como este y seguimos asistiendo, y aunque me duela, seguiremos asistiendo mientras no se cambie la mentalidad o la concepcion de lo que significa ser representante del pueblo y el pueblo no entienda que ese representante que elige debe velar por su bienestar pero no como una forma de 'hacer un favor' sino como una obligacion que le impone su trabajo como gobernante que no es sino el administrador de los bienes, ese administrador, como cualquier hijo de vecino, debe respetar las leyes porque para eso se dictaron: para ser respetadas POR TODOS.
Si la presidente realiza esos actos que dice el articulo, alguien tendra que advertirle que esta errando. Pero...quien...?
Saludos
Martha Cordoba
Una nota: no solo a nivel nacional pasan cosas, en las provincias y en los municipios, tambien. Je
Sábado 14 de enero de 2012 | Publicado en edición impresa
El estilo de la Presidenta expresa su férrea voluntad de mando
La idea del poder absoluto
Este gobierno no teme al ridículo. La Presidenta habla con diminutivos, invoca a los espíritus, intercala parrafadas sobre sus sacrificios y su entereza, se hace poner la banda por su hija, se emociona a lo grande, festeja sus propias ocurrencias y se da todos los gustos. Los gobernantes democráticos se caracterizan precisamente por lo contrario: se la pasan dando explicaciones, pedidas generalmente por la maldita prensa. Nada más afín a las estéticas televisivas que la Presidenta. No soy la primera que lo dice; lo dijo un empresario fabricante de éxitos, que pueden no gustar a quien esto escribe, pero fijan el meridiano del público. Sin duda, toda sobreactuación está asediada por el peligro del ridículo, pero el poder es el antídoto más fuerte que se conoce.
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