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Anoche estuvimos en la presentacion del libro Inmingrantes en Aimogasta que fuera escrito por un grupo de profesores del IFSD en Historia.
El acto fue muy emotivo, sobre todo porque se plasma en un libro los recuerdos de los descendientes de los que fueron nuestros vecinos, aquellos que conocimos en la infancia y de los cuales tan gratos recuerdos tenemos. Me emocionè verlas fotos de Don Italo, de Don Martinez, a
de Ballat, de la Sra. Amparo y tantos que fueran amigos de mi papà, que venian a casa o que nosotros ibamos a las de ellos, porque los que nacimos y nos criamos aqui hemos tenido una infancia con amigos verdaderos y muy cercanos; casi eran como de la familia, no habia dobleces. Como dice el libro, la palabra era sagrada y el respeto entre amigos, padres de amigos, vecinos, era el principal valor que se cultivaba. Hemos compartido tantas cosas...buenas y malas. Otra cosa: en esa època la educacion era el principal objetivo a alcanzar por los hijos de estas personas trabajadoras; asistir a la escuela, estudiar el secundario y despues el terciario o la universidad era tan normal como lo era que los padres trabajaran para tener su casa, dar de comer a sus hijos y llevar una vida digna; no esparaban que nadie les regalara nada y todo lo que tenian lo conseguian con el trabajo honrado.
Yo estaba pensando que aquellos padres (inmigrantes y originarios) nunca esperaron que el estado les diera una casa para vivir ni la comida para sus hijos. No se como habran hecho, si sufrieron hambre ellos, si no se compraban ropa o no tenian distracciones, pero a mi ni a mis amigos nunca nos faltò nada de lo necesario. Porque nos daban todo lo que necesitabamos para crecer sanos, pero no mas de eso; nunca se nos hubiera ocurrido pedir cosas que eran superfluas o tener una mas de la que ya teniamos. Mi padre me compraba ropa, zapatos, libros y utiles escolares, pero nunca de mas, siempre lo necesario. Asì aprendi a valorar las cosas y pretendi enseñarles lo mismo a mis hijos.
Como ya estoy un poco nostalgica, corto y sigo despues.
Saludos
Martha Còrdoba